EL ARTE DE LA PACIENCIA

Por Carlos Salas
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Continuamente en el grupo de amigos que tengo invirtiendo les hablo de algo que es cierto en éste mercado «LA PACIENCIA» y es qué, muchas veces, creémos que las ganancias millonarias llegarán al dia siguiente y mi recordatório es «LA PACIENCIA PAGA» si estas en «MOOD» #HOLDER el tema que hoy te regalo te ayudará muchísimo a ver a largo plazo.

En el mundo en que vivimos se nos ha inculcado el valor contrario: el arte de la impaciencia. Queremos todo en el instante y si eso no sucede nos amargamos el día. ¿O me van a decir que no? Si el envío del paquete que pedimos por Internet se demora una semana nos desesperamos, si se nos descarga el celular mientras estamos fuera de casa nos da un ataque de ansiedad y si enviamos un Whatsapp y no nos lo contestan en menos de un minuto nos enfadamos.

Pagamos para saltarnos la fila, queremos ir a restaurantes y que nos tengan la comida ya servida, montamos un negocio y queremos ganancias al otro día y si nos vinculamos amorosamente lo hacemos de manera efímera y sin compromisos. Pensar en el largo plazo nos aterra y la inmediatez nos alivia. ¿No les parece esto muy paradójico? Yo estoy convencido de que esto sucede porque esta sociedad de consumo vertiginoso en la que vivimos así nos lo impone.

En el mismo año, por ejemplo, salen dos modelos de iPhone que el mercado nos dice que tenemos que comprar. No hemos ni acabado de sacarle el jugo al modelo anterior y ya nos exigen que debemos cambiarlo. Este mismo modelo de inmediatez también se ha trasladado a nuestra vida cotidiana muchachones. Hemos perdido la paciencia y debemos recuperarla.

La sociedad de la inmediatez

La inmediatez en la que vivimos que las personas van manejando y chateando. ¿Ese mensaje que irán a mandar será más importante que sus propias vidas? El arte de la paciencia es lo contrario a la narrativa del ya. «Ya lo tengo que hacer, ya me tengo que ir, ya quiero tener eso«. Vivimos de «yas en yas» descuidando lo realmente importante: vivir los procesos.

No saber esperar nos está llevando a tener cada vez más problemas de salud mental parceros, generamos unas expectativas en la inmediatez que tienen poco sustento en la realidad y cuando no se cumplen nos frustramos. Si no nos graduamos en los 5 años que teníamos fijados nos vemos como unos inútiles, si la dieta no nos da resultado en el tiempo previsto nos sentimos derrotados y, si por algún motivo, sufrimos un rechazo profesional, abandonamos el proceso.

Por eso , desde mi punto de vista, el arte de la paciencia va de la mano con la creencia en los procesos. Como dijo el escritor Ray A. Davis:

«La paciencia no es la espera pasiva. Es la aceptación activa del proceso necesario para obtener tus metas y sueños»

¿En esta sociedad del clic y de los chats de Whatsapp estaremos dispuestos a cultivar la paciencia? La paciencia se aprende muchachones y ahora más que nunca es un deber inculcarla en nuestras vidas. Toda persona que ha logrado algo importante se ha dado cuenta de que el trabajo y el esfuerzo continuos a través del tiempo fueron necesarios para lograr sus objetivos. De eso se trata la paciencia, de cultivar esfuerzos para poder cosechar victorias.

La paciencia como acción

No hay mejor metáfora que defina la paciencia que esta enseñanza llamada Parábola del caracol:

El pequeño caracol emprendió la ascensión a un cerezo en un apacible día de finales de primavera. Al verlo, unos gorriones de un árbol cercano estallaron en carcajadas:

— ¿No sabes que no hay cerezas en esta época del año?.

El caracol, sin detenerse, replicó:

— “No importa. Ya las habrá cuando llegue arriba.

Y esta enseñanza me gusta parceros porque hay quienes piensan que la paciencia es inacción y conformismo, pero nada más alejado de la realidad. El arte de la paciencia tiene que ver con la constancia del caracol. Con la conciencia de que para lograr los objetivos y sueños que nos hemos trazado debemos trabajar duro. En consecuencia, esta conciencia y esta constancia, son contrarias al acelere y a la inmediatez de la sociedad actual. Un gran amor no se construye de la noche a la mañana, un gran negocio no da frutos a las dos horas, y el mejor vino es aquel que lleva tiempo añejándose. Como bien reza un famoso proverbio persa: «La paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces».

La paciencia es acción parceros, es cocinar a fuego lento lo que queremos en nuestra vida. En su libro El poder de la paciencia, el Dalai Lama nos dice que la práctica de la paciencia nos trae grandes beneficios en el ámbito de la vida diaria: nos permite mantener la serenidad mental y el ánimo. Factores fundamentales para levantarnos día a día a trabajar por nuestros sueños. ¿Ven cómo cobra sentido la paciencia como acción? Parceros y es que si nosotros aprendemos a ser pacientes, nuestra serenidad será el tesoro más valioso de nuestra vida: no nos veremos alterados por ningún evento así vivamos en un entorno de gran tensión.

Una generación de impacientes

Muchachones, buscando referencias para escribirles esta entrada, me encontré con una reflexión muy interesante de un autor estadounidense llamado Daniel Gulati. Este autor dice que hay una generación de jóvenes entre 20 y 30 años que no están dispuestos a esperar nunca:

“He aquí la Generación Impaciente: el creciente grupo de veinte y treintañeros que son inteligentes, ambiciosos y tan predispuestos a abandonar cualquier cosa que estén haciendo en este momento para conseguir un ascenso, facilitar una adquisición o ganar más dinero en otro lugar ¿Que odias tu trabajo al tercer día? Lo dejas y encuentras otro mejor ¿No funcionó el lanzamiento de la versión beta? Cierra la empresa y abre otra. Aunque estos individuos tienen distintos perfiles -desde los formales inversores de banca a los emprendedores de estilo informal- hay algo constante en ellos: simplemente, no pueden esperar”.

Daniel Gulati

¿Ustedes qué opinan ? Yo siento que una cosa es conformarse y otra cosa es no tener paciencia y abandonar algo porque no funcionó a la primera.

Si ustedes están pensando en emprender tienen que armarse de paciencia muchachones, no caigan en esa marea humana de los impacientes. El que pica aquí y pica allá no logra nada. Todo lo deja empezado y no concentra su energía en una sola tarea. Esto es fundamental y el arte de la paciencia también consiste en la capacidad de resistir cuando todos a tu alrededor te dicen que abandones.

La paciencia y el largo plazo

“Si todo lo que haces necesita funcionar en un horizonte de 3 años, entonces estás compitiendo contra mucha gente. Pero si estás dispuesto a invertir en un horizonte de 7 años, compites contra una fracción de esa gente… Sólo alargando el horizonte temporal, puedes proponerte metas que de otra manera nunca podrías perseguir”.

Jeff Bezos

Cuando dije más arriba que la impaciencia de nuestros días tiene que ver con esta sociedad de la inmediatez en la que vivimos me refería también al tiempo de duración que le ponemos a nuestros sueños. Si bien yo soy de los que cree que no nos podemos quedar solo soñando sin pasar a la acción, también creo que ponerle un plazo muy corto a nuestros sueños, producto de esa misma impaciencia, nos llevará a frustrarnos continuamente. Los procesos cuestan tiempo parceros y sacrificio.

Y no solo estoy hablando de emprendimientos o negocios, estoy hablando también de relaciones humanas. Cuando a alguien, si no es a la inmensa mayoría, le ofrecen cualquier tipo de compromiso afectivo sale corriendo despavorido. La sociedad ha llegado a unos niveles de recompensa instantánea tan altos que hasta para amar somos impacientes. Terminamos con nuestra pareja en la primer pelea, si no nos gusta algo de ella la dejamos, y si comete un error la crucificamos. El amor a largo plazo parece que se nos está olvidando. ¿En serio parceros vamos a llegar a esos niveles? Yo me resisto a creer eso.

La impaciencia nos despoja de la capacidad de escuchar, de la comprensión y de ser compasivos. Para el Dalai Lama la paciencia es serenidad y la serenidad lleva a construir relaciones más empáticas. Muchachones, regalémosle el día de hoy una dosis grande de serenidad y paciencia a nuestros corazones. Confiemos en los procesos y tengámosle paciencia a nuestros seres queridos. Pensemos antes de hablar y reflexionemos poniéndonos en los zapatos del otro. No todos tenemos los mismos ritmos de vida ni pensamos igual. Precisamente en esa diferencia está la esencia humana, el valor de lo que somos como personas.

nadie nace siendo paciente, la paciencia es un arte que se aprende y nunca es tarde para hacerlo. A lo largo de mi vida he tenido grandes aprendizajes espirituales e interiores que me han servido para cultivar esta virtud. En mi pasado la impaciencia era un defecto que dominaba toda mi vida y poco a poco fui trabajándolo hasta mejorarlo. Mi acelere de juventud me llevó a cometer muchos errores que hoy, pensándolo con calma, hubiera podido evitar con un poquitico de paciencia. Sin embargo, de eso se trata la vida, quizá si no me hubiera equivocado, no podría estar hoy hablándoles a ustedes de esto.

Tampoco quiero condenar acá a la impaciencia parceros, como dijo el gran Carl Jung, todos los seres humanos tenemos luz y oscuridad en nuestro interior y esa dicotomía nos va a permitir vivir en equilibrio. No obstante, dejarnos dominar por la impaciencia, romperá ese equilibrio interior y nos traerá frustraciones y tristezas. Por esa razón, he querido compartirles los puntos básicos que para mí componen el arte de cultivar la paciencia.

Escuchar a los otros

Una de los puntos más esenciales en el arte de cultivar la paciencia es escuchar a los otros. La paciencia se construye tanto en relación a uno mismo como en relación a los otros. Cuando le brindamos al otro el regalo de ser escuchado podremos entender su punto de vista. De otra manera, la incomunicación nos llevará a obrar de manera impulsiva e impaciente: la incomunicación genera incertidumbre. Si nos calmamos un poco y en vez de actuar de manera impulsiva le cedemos un pequeño terreno de paciencia a nuestro corazón, estaremos construyendo a partir de la empatía y la comprensión. Para ser más pacientes hay que escuchar a los otros tanto como a uno mismo.

Adecuado manejo de las expectativas

Cuando tenemos expectativas muy altas y no se cumplen solemos caer en un periodo de frustración que puede inmovilizarnos. Sin embargo, en ese periodo de tiempo que sigue a la frustración, se conoce a una persona paciente. Si después de frustrarnos abandonamos nuestro sueño, estamos obrando desde la impaciencia. Por el contrario, si después de frustrarnos decidimos intentarlo de nuevo, estamos obrando desde la paciencia. La inmediatez nos genera tanta ansiedad que las expectativas se vuelven camisas de fuerza. Cultivar la paciencia también es aprender a priorizar y a gestionar esas expectativas. No todas se pueden cumplir, ¿cuáles importan y cuáles realmente no? Ahí está el gran aprendizaje.

El tiempo no siempre es oro

Muchachones, yo creo que la frase el tiempo es oro puede ser cierta en muchos ámbitos, sin embargo, también creo que esta frase nos ha hecho mucho daño como sociedad. Si nos sumergimos en esa dinámica de producir y producir para después consumir y consumir estamos cayendo en una trampa la hijuepucha del sistema. El sistema nos quiere impacientes para que no pensemos parceros. ¿O ustedes por qué creen que hoy en día existen tantas aplicaciones de celular? Nos la pasamos saltando de una aplicación a otra todos los días: de un lado para otro de nuestro celular en una impaciencia extrema.

Salimos 1 minuto de Instagram y al instante sentimos la necesidad de volver a ver qué ha pasado. Parceros, ¿qué puede haber pasado en un minuto? Nada. Lo mismo aplica para los que van por la calle manejando moto y chatean, ¿qué puede ser tan urgente que no podemos soltar el celular ni en ese momento en el que necesitamos estar concentrados? Es esa ansiedad producto de la impaciencia lo que está dominando nuestras vidas. Tenemos que detenernos un poco a reflexionar. Cultivar la serenidad y la paciencia para pensar con calma, pero si todos seguimos en ese ritmo vertiginoso de la sociedad de la inmediatez, cada vez se nos va a hacer más difícil comunicarnos, amar, construir relaciones sanas, vivir con ética y convicciones.

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